domingo, 5 de mayo de 2013

Seis Meses





"¿Donde hallaré un amor incondicional?"




Esta abatida catástrofe que inunda la válida sensación de querer tumbarme en la yacija de mi tía Dulcis. Mi noble tía que le ha arrebatado el pellejo a mi padre para regocijarse en su calor. Tres meses luego de que mi madre se enterara de esta exasperante revelación, la familia se divide en su totalidad. Mi dulce madre, lucía tan funesta y desanimada, yo era lo más semejante a un hombre para ella, sentía la incumbencia de proteger la cabecilla de mi madre.
Tres meses luego de su defunción, me había sentido tan abatido por no ser tan petulante para ella. Mi madre ha muerto por depresión, se ha dejado marchitar por sus emociones sin logra hallar lo que tenía a su alrededor, como este adorable caramelo que pudo haber robado gran parte de su atención, pero fue tan valiente y egoísta.
Ya no tengo compromisos de los cuales abarcar en esta historia que se le ha borrado su sonrisa, y sin embargo brilla por su ausencia. Miro cada portafolios dónde revivo esa molesta nostalgia de ver su sonrisa, incluso considero que no es necesario ver fotos para recordar su luminosidad.
Esta zanja adquiere lo más preciado que sobrelleva mi abundancia de vivir. ¿Dónde hallaré un amor incondicional? No he logrado palpitar ni su pulso. Pobrecilla y pobre de mi, tengo una profunda misericordia que me auto dedico sin sentir pena por mi orgullo, ¿pobre de mi?
Rechazo completamente a Dulcis y a mi padre, mejor dicho, empollador. Peculiares palabras de un vindicatorio como yo, cansado de ver volantes fotocopiados, pegados en los muros y postes, aclamando mi presencia y señal de mi existencia. Aún así, no cesaré mi marchitar, bajo este puente, dejando mi huella hecho a puño y letra, mientras espero a que este caramelo se derrita.





Autor: Matías Valle

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