domingo, 5 de mayo de 2013

La Despedida




  "En un tiempo los canarios blancos era testigos de los juegos mas excitantes de los niños y de los besos de los amantes..."


No se porque insistí con la absurda idea de consentir a Elizabeth -Pensó William- Me maldigo en el nombre de todos los hombres y nuestra estúpida tendencia servil con las mujeres bellas.
Como podría haber reflexionado aquel hombre sobre lo adecuado para escribir si la hoja estaba completamente en blanco, lo distraía la blancura del papel pero poco a poco se conectaba con la oscuridad de la tinta.
En un tiempo los canarios blancos era testigos de los juegos mas excitantes de los niños y de los besos de los amantes, ahora se ahogaban en un mar de tumultuosos esclavos de pieles marrones y ligeras vestiduras.
Voy a ser claro -escribió apresuradamente- si me preguntan porque no puedo ser el maravilloso William o doblemente maravilloso William les diré porque. Tengo un alter ego que se divide en múltiples personajes mientras me enfrento a esta hoja blanca, porque el verdadero yo -Siendo realista y auto descriptivo es humilde y un tanto cuerdo al hacerse en una representación.
Nacían muchos canarios blancos en los nidos del parque, de modo que el municipio había decidido tomar medidas para evitar los problemas que esta situación acarreaba. La población había crecido a tal punto que comenzaron a presentarse diversas quejas que iban desde sándwiches robados hasta ataques violentos contra los ancianos que pasaban sus tardes repartiendo migas de pan sentados en los bancos en frente a la fuente. Un grupo de señores disconformes habían tratado de detener esa acción mostrando aquella mirada melancólica de lo que dejaría de ser el parque concluido aquello que llamaron "Genocidio Alado" ellos fueron quienes en primera fila presenciaron con la llegada del otoño el éxodo de la nostalgia. El exilio arrastro consigo un destino nefasto o quizás, el mejor de los porvenires.

Faltando menos de una hora para la partida del siguiente tren, ella y yo, separados por el abismo que concluye el escalamiento mas efímero que el hombre transita. Recordaba las arboledas que junto con los canarios componían un perfecto escenario cuya existencia se remonta a sus sueños.
Al descubrirse nuevamente en el mismo lugar de todos los días, en el mismo sillón y con un vaso de similar contenido, una especie de vergüenza colérica broto de sus sienes y desemboco en un fuerte golpe en la mesa en la que apoyaba sus pies, luego de esa rabia un fulminante llanto tiño el ambiente, una especie de irracional esperanza le daba suficiente voluntad como para privilegiarse con esos dolorosos sollozos. -No puede estar pasando esto- susurraba con un desconsuelo incontenible.

En una oscura celda en donde se hospedaba este bribonzuelo, maníaco y demente, había una gran variedad de agujeros luminosos que al verlos le brindaba esperanzas para salir a la fuga, pero ignoraba que el tamaño de aquellos hoyos podrían hacer frente al vertiginoso barranco de su ser. Se torturaba a si mismo, los muros de arboles son testigos y victimas de esa tragedia.

Fin


Autores: Matías Valle, Octavio Alfeo y Matías Jurjevic

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