martes, 29 de enero de 2013

Genesis 1;20 - 1;21

Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos.
Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Ignorante de lo que sucedía, las aves con alas blancas, sin cuestionar, obedecían los mandatos del Creador de Todo. Intentaban torpemente reproducirse y volar. Cruzó por la mente de una, informar a Dios sobre la difícil tarea que les había dado; así, intentó llegar a Él, elaborando un complejo plan para encontrarlo. Pero el proceso de planificación tardó demasiado: un día. Para ese momento, Dios ya había creado a un ser inmensamente mas inteligente y ágil, que podía planear ese y mil planes más en un atardecer.
Y el ave con alas blancas se esforzó (eso Dios lo sabe) por llegar a su destino. Pero Dios, Creador de Todo, había concedido a los otros la capacidad de aprovechar todo animal sobre la Tierra para su beneficio. Y así el ave con alas blancas, osada exploradora de los cielos, pronto fue mierda.

Matias Jurjevic.

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