jueves, 31 de enero de 2013

Don Carlos


Desde que tengo memoria recuerdo a Don carlos como un hombre de rasgos tristes, su mirada poseia ese tinte de melancolia caracteristico de la pobreza, mezcla entre nostalgia y resignacion. Habia momentos en el que se decidia a interrumpir la dinamica crudeza de la realidad tan solo para fumar un cigarro en el ventanal de aquella casa en flores, tan triste...Tan suya...
-¿Y que? ¿Te vas a quedar ahi parado? 
A pesar que nuestra amistad llevaba años de cultivada nunca habia logrado arrebatarle la primera frase de un encuentro, su habilidad de anteceder palabras a miradas me resultaba increible, un paralelismo tan abstracto como real.
Inmediatamente al entrar a su casa podrian notar el aspecto lugubre del lugar. Sus muebles viejos, posiblemente heredados de algun familiar, el escritorio, la maquina de escribir y una repisa con licores acorralados en la esquina izquierda, la ventana haciendole compania a su vasta biblioteca y en el centro; la mesa, muestra mas fiel de su soledad, en ella siempre se encontraban el paquete de cigarrillos y un desparramo de hojas y papeles rayoneados con ira.
-Entonces, contame...- Dije mientras me sacaba agitadamente el saco.
El objetivo de mi visita era planear el siguiente programa que emitiriamos, generalmente soliamos encontrarnos en mi casa los dias viernes para esa tarea pero esa noche Don Carlos me habia llamado con verdadero entusiasmo comentandome que tenia nuevas ideas y que temia que se le escapasen durante algun sueño asique decidi desligarme de la nada y apresurarme a llegar a su casa.
Lo acompañe con un cigarro y los dos nos sentamos en la mesa a degustarlo, luego de darle una suave pitada me dijo con el humo en sus pulmones -Vos me conoces, Jorgito, sabes que le debo la vida al olvido, pero esta vez quiero declararle la guerra, o al menos una batalla- Me resultaba extraña la forma de expresar esas palabras, acostumbraba a hablar del olvido y su pasado con tristesa, pero esta tristesa cargaba con gusto a excitacion, como si estuviera a punto de iniciar una aventura sin precedentes pero ¿Que clase de afan hay en declararle la guerra a algo tan etereo?
Delibere un rato sobre lo que dijo, Don carlos al notar la vagueza con la que pensaba remato diciendo -¿No te molesta lo vacio de las palabras cuando no llevan un pasado? Todas lo que decimos carga con una vestidura del recuerdo o por lo menos una mancha que indique memoria, pasado o simplemente algo vivido, eso es lo que da autoridad a las palabras. Hay  gente que no entiende el olvido, vos y yo lo conocemos viejo amigo, nos abrazamos a el y lo disfrutamos, a veces el nos deja, viste como es, pero lo queremos igual que va a se'...-
Despues de unos minutos en silencio intentando aclarar el paradigma atine a decir con timides -¿Y en donde entra la radio ahi? 
-¡Pero jorge!- Dijo entusiasmado -Nosotros hablamos, ellos escuchan, hay que enseñarle a la gente a bailar con el olvido sin que el recuerdo se de cuenta-. Inmediatamente se levanto de su silla y fue a la puerta -Anda jorgito, anda. Mañana contame que decis y arreglamos ¡Dale que se viene con todo malandra!
Me levante atolondrado y me fui sin decir nada, ya caminando por la vereda mire hacia la puerta y seguia ahi, sonriendo, mirando risueño mi caminar.
Al otro dia nos encontramos en la radio, nada se acordaba de la noche anterior, le comente de mi visita y bromeo sobre la noche de parrandas y delirios en la que me debia haber encontrado en la noche.


Octavio Alfeo

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