sábado, 8 de junio de 2013

Escarchada soledad

Por suerte, no me morí de hipotermia
Así fue como quede yo, sola, como perro malo, leyendo pero sin leer; pasaba las hojas rápidamente como queriendo terminarlo y saber todo de ante mano. Cada frase del principio de cada capítulo me recordaba algo, ese algo que por algo tengo ese libro. (algo, algo, algo) También lo abría a cada rato, tratando de empezar de 0, quería leer eso, eso tan especial, único e irrepetible. Lo leería todas las veces posibles.
La lluvia acompañaba, de manera musical.
Sola,con el frío otoñal y con la acera como escarcha de invierno. Quede allí tendida, sin moverme, esperando, pretendiendo algún tipo de rescate o escape. Pensé mil y mil ideas para salir de allí, encerrada. Pero no realicé ninguna. No pude, mis piernas simplemente no se movieron.
Los segundos pasaban, minutos, horas. La luz del día se apagaba, como un fósforo encendido. Tenía miedo de la oscuridad, no sabría como escaparme si llegaba hasta mi. ¿Otra prisión más?. ¡No, por favor! Con una sola es suficiente.



Autora: Candela Ruggiero Ponti

1 comentario:

  1. Tal como una vez escribí a Kaeter: un ojo como el suyo, sagaz al advertirnos del candente fulminar individual entre una plétora de sinapsis, se comporta –bien queriéndolo, bien no– solidario para con el de sus semejantes.

    Le envío por ello mi elogio. He recibido su último mensaje, mas no puedo responder por aquel medio, siendo que, de hecho, el perfil fue intervenido por los administradores del sistema. A partir del 24/08/2013 tan sólo se me permite observar lo que ocurre, siéndome imposible tomar cartas en el asunto.

    La pregunta es: ¿ya ha visto usted la luz, o aún necesita que le envíen a su habitación 101?

    ResponderEliminar